El sector energético europeo se va a reducir y concentrar: menos empresas, petroleras y eléctricas, se fusionaran entre ellas.
España podría llamarse el ‘Texas de Europa’ en energías renovables gracias a que tiene un 35% más de irradiación solar que el resto de países del sur de Europa. Cada euro invertido en España en producción solar aporta un 35% más de margen de rentabilidad que en cualquier otro país de la UE y, por tanto, nuestro país podría ser el centro neurálgico de la producción solar fotovoltaica del Viejo Continente.
Es lo que señala Carlos Bendito, CEO de Aurea Capital, empresa de inversión y gestión de activos especializada en energías renovables e infraestructura sostenible que, además, hace más predicciones para el sector energético en 2022. Y todo porque en el contexto de transición ecológica, España parte con una situación envidiable.
Asegura que España con su irradiación solar se encuentra «en la misma situación que Noruega cuando descubrió las bolsas de petróleo en los años 60, y creó el fondo soberano más grande del mundo».
Según las estimaciones que maneja su gestora, unos 0,4 billones de euros se invertirían en España en proyectos renovables, el 15% del total del conjunto de la UE en el periodo 2019-2050.
Su predicción para este año y a corto plazo es que la transición energética tendrá un modelo muy definido. «Los países escandinavos y del norte de Europa apostarán, de forma decidida, por la producción de energía eólica; mientras que en el sur de Europa (España, fundamentalmente, e Italia y Grecia, en menor medida) el foco estará en la energía solar fotovoltaica».
España puede cubrir de forma ambientalmente sostenible -y socialmente inclusiva- su propia demanda y una gran parte del suministro energético renovable de Europa con energía solar y acumuladores. Puede aspirar, sin lugar a dudas, a convertirse en el principal proveedor de energía renovable del territorio europeo, desplazando las importaciones de gas y petróleo.
Claves para 2022
Una visión de futuro en la línea de Austral Venture Gestión, gestora especializada en energías renovables, que señala que «en este entorno, 2022 va a ser un año crucial a la hora de repensar el sistema energético y adecuarlo a la situación, las necesidades y las demandas del país».
Hay cuatro claves que definirán los próximos meses. Una de ellas es el coste energético, que podría verse reducido con las energías renovables. «Basta observar cómo el coste del megavatio producido actualmente con gas se mueve en una horquilla de precios de entre 150 y 300 euros, mientras que, con un coste de 45 euros/MWh, las renovables permiten cubrir costes y obtener una rentabilidad interesante».
Esta evidente ventaja en el menor coste de la generación renovable también se ha observado con la creciente presencia del fotovoltaico y el eólico en la generación energética nacional.
La segunda es la transición energética. Para Austral, al margen de la inflación o las perspectivas de crecimiento, «vemos que, con independencia del escenario económico, la necesidad de cambiar el modelo de producción y consumo energético y de alcanzar un modelo energético sostenible, limpio e integral».
«En 2022 va a continuar la tendencia ya iniciada durante este ejercicio, con inversión en las energías solar, eólica, hidráulica y la movilidad sostenible». También son importantes las oportunidades de inversión en energía. Austral Venture Gestión prevé que seguirán aumentando.
«Esperamos que se consolide la inversión en la vertiente fotovoltaica, gracias a las buenas condiciones de irradiación y al reducido coste del MW que presente esta fuente de energía, así como que aumenten las inversiones en energía solar y eólica, que permitirán reducir la dependencia de los combustibles fósiles».
El impacto de estas inversiones va a ser muy significativo y 2022 será solo el comienzo. Así, es previsible que el PNIEC genere un aumento del PIB en los próximos años gracias al impacto positivo que generen las inversiones renovables, así como una mejora en la eficiencia, en las redes de suministro y en el ahorro.
En este entorno, la administración, tanto nacional como autonómica y local, va a ser determinante para alcanzar este objetivo.
Hibridación de renovables
Y por último, la gestora Austral Venture Gestión considera necesario la integración de las tecnologías para la transición energética. De hecho, en 2022 y en los años sucesivos, la adopción de las energías renovables pasará por un importante desarrollo tecnológico.
Por una parte, se seguirá haciendo frente al desafío que supone la hibridación tecnológica, por ejemplo, para las energías eólica y fotovoltaica, que permita que, bajo un mismo proyecto, se mantenga una mayor estabilidad en la generación eléctrica.
Por otra parte, se prevé que se siga reflexionando sobre la importancia del almacenamiento energético, que será clave para estimular el uso de energías limpias. Por último, conviene subrayar el peso que tendrán otras tecnologías necesarias para la transición energética, como el hidrógeno, esenciales para la reducción de los gases de efecto invernadero durante los próximos años.
En este mismo punto coincide Carlos Bendito, de Aurea Capital: «La incorporación de tecnologías que hasta ahora eran puramente teóricas por su alto coste (hidrógeno, geotérmicas, mareomotriz, etc.), se convierten en 2022 en una alternativa rentable y real a medio plazo».
«Pero para ello, hay que continuar con la internalización del coste del CO2 en la economía. El desarrollo de la hibridación y nuevas fórmulas de almacenamiento energético serán dos de las grandes tendencias del sector en los próximos años».
Concentración de empresas
Los expertos esperan más movimientos en el sector energético europeo. Uno de ellos, dice Aurea Capital, es que «se va a reducir y concentrar: menos empresas energéticas -incluidas las petrolíferas, que se fusionaran con las eléctricas- para ganar en eficiencia».
Además, la forma óptima de participación del Estado en el mercado eléctrico es mediante la canalización de inversión hacia ese sector, mediante la creación de productores independientes de energía o independent power producers (IPP). Para ello, propone la creación de un Fondo Nacional de Transición Energética, que podría movilizar coinversión de las pensiones y de inversores institucionales con un coste de capital bajo, hacia la creación de IPP en el sector energético.
Un fondo que no solo sería con la contribución de los ahorros obtenidos en importación de combustibles fósiles, sino modificando la Ley de Pensiones, siguiendo el modelo francés o el noruego.
«El planteamiento es buscar una réplica del fondo estatal noruego, sustituyendo los activos fósiles por los activos renovables, sobre todo solares españoles», concluye el CEO de Aurea Capital.